¿Y si el aula tuviera raíces, hojas y horizonte?
Las Escuelas de Naturaleza son mucho más que una alternativa educativa:
son una oportunidad para reconectar a la infancia con la vida real. Con la
tierra. Con el viento. Con el asombro.
Nacidas en Dinamarca en los años 50 y extendidas rápidamente
por Europa, estas escuelas funcionan al aire libre, en contacto directo con el
medio natural. Según la Asociación Nacional de Escuelas en la Naturaleza (www.escuelasinnatura.com),en
España ya existen 53 registradas, siendo Cataluña la comunidad con mayor
número. también existen muchas iniciativas que cumplen con este propósito y su
regulación depende de cada Comunidad
Pero ¿qué ocurre en América Latina? Aún son escasas las
experiencias, aunque la necesidad es profunda. Necesitamos espacios donde los
niños no solo adquieran conocimientos, sino también valores de preservación,
cooperación y conciencia ecológica.
Las Escuelas de Naturaleza usan la propia naturaleza como
aula, promueven el juego libre, la observación, el aprendizaje vivencial y
la integración con el entorno. Fomentan no solo el desarrollo cognitivo, sino
también el emocional, social y espiritual.
Lo más hermoso es
que pueden ser autogestionadas.
Representan una enorme oportunidad de emprendimiento para educadores
ambientales, madres y padres conscientes, asociaciones comunitarias…
Y en municipios como Alcobendas, podríamos soñar con un modelo propio,
con identidad local, con sabor a encina, a río, a infancia libre.
Es tiempo de volver a mirar la educación con ojos vivos.
Es tiempo de sembrar escuelas que florezcan desde la tierra.
Es tiempo de volver a aprender… bajo el cielo.